
Hemos remitido una carta al alcalde de Bilbao, recordándole que la Villa es ahora mismo la única capital vasca con números de circo en los que intervienen animales de especies silvestres. Y, naturalmente, le solicitamos que, en calidad de primera autoridad local, haga algo por incorporarla a la realidad de los nuevos tiempos.
En efecto, recientemente San Sebastián se sumó a la ya larga lista de municipios estatales que han dicho NO a la presencia de especies silvestres en los circos. Todos los grupos políticos apoyaron la propuesta de Irabazi Donostia en dicho sentido, salvo el Partido Popular, que decidió abstenerse. Creemos que ambas posturas son merecedoras de una lectura positiva, pues el PP da así un pasito en la dirección adecuada: evitar la presencia de animales en cualquier espectáculo. Por su parte, la capital de Euskadi, Vitoria‑Gasteiz, fue la primera en prohibir (2014) la presencia de elefantes, tigres, leones y demás fauna no doméstica en dichos eventos.
Es por ello que el Equipo de Gobierno bilbaíno debe asumir lo que para otros ya resulta evidente: que no procede en el siglo XXI seguir permitiendo realidades más propias del siglo XIX.
Los animales obligados a participar en espectáculos circenses y similares sufren toda suerte de presiones psicológicas y hasta castigos físicos, pues solo así se consigue doblegar su voluntad al punto de que hagan en el escenario trucos que ninguno hace en su vida libre. Jamás se ha constado que elefantes de la sabana africana den vueltas sobre un diminuto taburete, ni que los leones se dirijan en dirección a la línea de llamas, ni que los tigres abran sus fauces para permitir la entrada en ella de una cabeza humana… Simplemente tales cosas no suceden. Salvo que se someta a las víctimas a largos y duros 'entrenamientos' en cautividad. Porque para los protagonistas felinos o paquidermos ―o cualesquiera otros que tengan la mala fortuna de acabar en un circo― esos hechos no tienen significado natural alguno.
Creemos que Bilbao no puede quedar aún más rezagada en lo que ya es una tendencia imparable, tras décadas de lucha por los derechos de los animales explotados y humillados en los circos. Parece claro que cuanto antes tome la decisión, menos le costará explicar por qué tardó tanto en sumarse a la modernidad.
Por último, ATEA desea invitar a la sociedad bilbotarra a que se muestre crítica con este y similares espectáculos, y a que por tanto muestre su rechazo (por ejemplo, con su ausencia), pues conculcan los derechos básicos de seres con intereses y deseos propios. Y podemos asegurar que ni unos ni otros pasan desde luego por hacer de bufones en la pista y llevar una vida reducida a interminables viajes y ridículos números. Tampoco por la soledad de un carromato y el encadenamiento.
En consecuencia, apelamos una vez más a la conciencia ética y a la puesta en práctica de un ejercicio moral e intelectual de primer orden: la empatía.
Solo con TU APOYO podremos seguir luchando a favor de TODOS los animales