ATEA ha interpuesto una denuncia penal por el ahorcamiento y posterior tiroteo de tres perros en las inmediaciones de la localidad alavesa de Txintxetru. La persona que descubrió el escenario dio aviso inmediato a la Ertzaintza, una de cuyas patrullas se presentó al poco en el lugar de los hechos, abriendo una actuación, y constatando que el animal de mayor tamaño, una hembra tipo podenco –preñada–, había sido disparada con cartucho de bala, mientras que los otros dos animales, de menor tamaño, lo habían sido con munición de posta. Según las averiguaciones llevadas a cabo in situ por los agentes, el autor o autores de tan execrable crimen colgó primero a los canes y luego procedió a dispararles. Se constató igualmente que la perra tenía microchip.
Si deseas que sigamos denunciando semejantes atrocidades, APÓYANOS.
A pesar de la gravedad de los hechos (la muerte deliberada de tres perros, y además con notorio ensañamiento), no nos consta que desde la Ertzaintza se haya remitido informe alguno al Juzgado, como dicta el sentido común y la buena praxis policial. ATEA trató el mismo día en que recibió la notificación de recabar información al respecto, pues consideramos muy preocupante que no se haya producido el correspondiente envío del atestado al Juzgado. Sin embargo, y tras sernos confirmada tal actuación desde la Comisaría de Vitoria-Gasteiz, se nos comunicó que no están autorizados a facilitar los datos requeridos. Así, ante la posibilidad de que el cuerpo de la Ertzaintza haya podido desestimar el envío del preceptivo informe a quien corresponde, ATEA ha decidido interponer una denuncia en los Juzgados centrales de Vitoria-Gasteiz.
Según nuestras fuentes, al día siguiente los animales fueron recogidos por el servicio que la Diputación Foral de Álava tiene al efecto, y se supone que incinerados.
Entendemos que los hechos relatados bien pudieran acogerse al Artículo 337 del Código Penal, que reza: “El que por cualquier medio o procedimiento maltrate injustificadamente a un animal doméstico o amansado, causándole la muerte o lesiones que menoscaben gravemente su salud, será castigado con la pena de tres meses a un año de prisión e inhabilitación especial de uno a tres años para el ejercicio de profesión, oficio o comercio que tenga relación con los animales”.
Como hemos hecho en tantas ocasiones, lamentamos también esta vez la terrible situación que han de soportar los animales en el medio rural, que más parece vivir en un espacio independiente de la sociedad, con sus propias normas y pautas de conducta, cuando la realidad es que debe someterse a las mismas leyes que rigen para todos, sin excepción alguna. ATEA constata a diario el desprecio de los responsables locales por la normativa proteccionista, y ocasionalmente también una actitud indolente de los distintos cuerpos policiales, como bien pudiera ser el caso que nos ocupa, de confirmarse nuestras sospechas.
La imagen idílica que en ocasiones se nos transmite del medio rural no lo es desde luego para los animales en general, y para los de compañía en particular, pues –salvo honrosas excepciones– sufren toda suerte de agresiones tanto físicas como psicológicas, que por lo general quedan en la más absoluta impunidad, con la necesaria colaboración de muchos de los vecinos, quienes, además de funcionar con una mentalidad bruta y desconsiderada, se tapan unos a otros. Es así que, mientras casos como el que nos ocupa provocan un rechazo social generalizado, se sigue viendo con cierta complicidad una conducta tan repugnante como mantener a los perros en permanente estado de encadenamiento, lo que convierte sus vidas en una experiencia miserable que ninguno de sus perpetradores quisiera para él mismo.
Por último, ATEA desea hacer un llamamiento a la ciudadanía para que no se quede de brazos cruzados ante cualquier hecho del que sea víctima un animal inocente, pues solo así lograremos una sociedad de verdad digna de llevar el pomposo título de “progresista”.
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