Nuestros amigos animales se nos van, y no hay entonces consuelo para tanto dolor. Acaso solo nos alivie pensar que vivieron vidas felices junto a nosotros, y que esa dicha les fue regalada por el simple deseo de ofrecer bienestar a los demás.
Contamos aquí la historia de Wolfo, un gato de la calle, porque él quiso, pues esa era su verdadera patria. Y de su amiga humana, que le ofreció todo lo que él necesitaba para ser un gato dichoso. ¡Y vaya si lo consiguió!
Solo con TU APOYO podremos seguir defendiendo a TODOS los animales. ¡Gracias!
Deja tus comentarios
Enviar un comentario como invitado