¡POR SUPUESTO QUE NO! Tal sugerencia es ridícula, porque no todos somos iguales. El reparto de derechos ha de basarse necesariamente en la proporcionalidad y en el sentido común (de acuerdo, el menos común de los sentidos). Conceder el derecho a voto a un bebé humano resultaría tan absurdo como hacer lo propio con un ornitorrinco. Pero de la misma forma, y por simple correspondencia argumental, parecerá razonable reconocer a ambos el derecho a la integridad física. Mientras no son capaces de “sufrir” los efectos de la primera carencia, sí padecerán sin duda si se viola la segunda. Un bebé humano tiene el mismo interés que un ornitorrinco en que se apliquen en su cuerpo descargas eléctricas: ¡ninguno!
SI TODOS LOS HUMANOS no tenemos de facto los mismos derechos (por razones de edad, nacionalidad estatuto personal), ¿por qué habrían de tener idénticos derechos los animales, o mismamente el conjunto completo? A cada cual sus derechos, ¿no te parece?
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