¡PUES CLARO QUE NO! De ahí lo de «gratuita» en el anterior apartado. Por muy lícitos y virtuosos que sean, los derechos suelen incluir límites y condiciones (¿cláusulas?). Mi derecho a la integridad física pasa por que respete ese mismo derecho en los demás. En caso contrario, la autoridad se reserva el “derecho” (precisamente) a coartar mi indebida acción. Al menos sobre el papel, pinta razonable.
LO MISMO SUCEDE cuando de animales se trata. Por lo general, hasta el más convencido entre los animalistas aceptaría causar cierto daño a un animal para evitar males mayores. Entender este punto es fundamental: podría infligirse un daño para evitar otro mayor. Pero, por descontado, siempre habrá que cuidar la proporcionalidad.
Deja tus comentarios
Enviar un comentario como invitado