ATEA ha hecho llegar al Ayuntamiento de Urduliz (Bizkaia) una denuncia por la celebración este pasado miércoles de una modalidad de Herri kirolak que no aparece en la lista oficial de los Estatutos de la Federación Vizcaína de Juegos y Deportes Vascos, donde en efecto se incluyen cuatro especies animales para el arrastre de piedras (burros, caballos, bueyes y humanos), pero que sin embargo no contempla a los dromedarios. Asimismo, consideramos que los hechos contravienen la Ley 6/1993, de Protección de los Animales.
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Los Herri Kirolak engloban una serie de “juegos” y “deportes”, algunos de las cuales consisten en inducir a ciertos animales a hacer un denodado esfuerzo tirando de pesadas piedras durante un tiempo establecido. Es evidente que en todos los casos (salvo cuando intervienen humanos, quienes lo hacen por voluntad propia) los animales se ven obligados a un comportamiento que no tiene para ellos significado natural alguno, y de hecho nada parecido hacen cuando son dueños de sus actos. Nunca se ha documentado por la ciencia, por ejemplo, que un burro o un buey, dejados en un prado a su libre albedrío, busquen ansiosos el pedrusco más cercano y gordo para transportarlo con denodado esfuerzo a la otra punta del espacio. Justo es reconocer que sería bien idiota tal comportamiento, por lo cual, de hecho, no lo tienen. En efecto: solo mediante la obligación física y psicológica logran los promotores de los Herri Kirolak que dichos animales tiren del objeto hasta la extenuación, y cabe recordar que los akuilus no son mero ornamento estético, sino objetos hirientes, tanto que quienes dirigen la prueba observan exquisito cuidado en no hacerse a sí mismos lo de sí le hacen al animal. Por algo la Diputación Foral de Bizkaia prohibió hace algunos años el uso de esta dañina arma en algunas competiciones.
Los Herri Kirolak que usan animales constituyen una expresión más de la desconsideración humana hacia los animales, a pesar de que las especies utilizadas sean vertebrados y mamíferos, como sus promotores, y por tanto con unas necesidades y preferencias biológicas en lo fundamental idénticas. En definitiva, y para que nos entendamos: hacemos con bueyes, burros y caballos (y ahora con dromedarios) lo que ni de lejos haríamos con niños, a pesar de que para todos ellos resulta por completo indeseable sentir en la nalga el akuilu, así como la falta de respiración y la taquicardia.
Es nuestro deseo –y a ello tratamos de contribuir en la medida en que podemos– que la sociedad vasca continúe su proceso civilizatorio, que sin duda ha de incluir el correcto trato a los animales en general, sin olvidar por supuesto a las víctimas de los Herri Kirolak.
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