Nuestra asociación ha presentado ante el alcalde de Vitoria‑Gasteiz una denuncia formal por maltrato a dos bueyes durante las pasadas fiestas de La Blanca, protagonizado por la cuadrilla de blusas Batasuna, que reincide una y otra vez en un comportamiento detestable hacia los animales que se empeñan en utilizar sus miembros como meros 'complementos lúdico‑estéticos'.
En efecto, no se comprende qué hacen ahí dichos animales, en un escenario de natural ruidoso y por tanto desagradable y agobiante para ellos. Cabe subrayar que la citada cuadrilla ya se hizo acompañar de cerditos de corta edad durante ediciones pasadas, hasta que el Síndico de la ciudad emitió una Recomendación al Ayuntamiento, instándole a que impusiera la sanción económica prevista en la normativa proteccionista de aplicación. Siendo así, la misma cuadrilla decidió portar cadáveres de cochinillos al año siguiente durante el tradicional 'paseíllo', lo cual denota un innegable mal gusto por su parte. Asimismo, incluyeron a dos ponis en la 'ida a los toros' de hace un par de ediciones. Y con motivo del pasado Día del Blusa y la Neska obligaron a un burro a acompañarles durante toda la jornada, en una suerte de absurdo 'homenaje'.
Aunque es obvio que la presencia de cualquier animal en tal ambiente le provoca cuando menos estrés y malestar general, el Ayuntamiento concedió los preceptivos permisos, amparándose en un 'informe' emitido por sus propios Servicios Jurídicos, donde se afirma que “Las prohibiciones establecidas en la Ordenanza Municipal Reguladora de la Tenencia y Protección de Animales no constituyen una relación directamente aplicable, sino que necesitan de un juicio de valor de carácter técnico que acredite caso por caso y en concreto la concurrencia de los perjuicios a los animales que la norma contempla”.
Por otro lado, el equipo veterinario municipal emitió asimismo un 'informe' sobre las [ineludibles] condiciones que debe cumplir la presencia de los bueyes (y también del burro durante el Día de Santiago) para que la misma se ajuste a la normativa de aplicación.
Los hechos denunciados son tan simples como evidentes: la Ordenanza de Animales de 2014, así como la genérica Ley 6/1993 (de rango autonómico) prohíben en su articulado “Maltratar o agredir a los animales, o someterlos a cualquier práctica que les pueda producir sufrimientos o daños y angustia”. Resulta evidente que estos animales, obligados a participar en el mencionado y bullicioso escenario padecieron ―como no puede ser de otra forma― angustia y estrés: dos formas de 'sufrimiento' (malestar), hasta donde nosotros sabemos.
En cualquier caso, y por si quedaran dudas, aportamos la evidencia de que los animales fueron agredidos de manera contundente con un palo en su parte expuesta más sensible: el hocico. ¿Tampoco esto incumple la normativa de aplicación ni contraviene de forma flagrante las condiciones que se desgranaban en el informe veterinario? En dicho documento puede leerse: “Si durante el evento algún animal mostrara signos de malestar, será retirado de inmediato”. ¿Es que acaso no es capaz cualquier persona de leer en sus rostros ese “malestar” al recibir golpes en su hocico, al punto de verse obligados a retroceder para evitar sufrir más golpes? ¿De verdad creemos que solo un profesional veterinario es capaz de certificar tal evidencia?
Estamos seguros de que los veterinarios municipales son capaces de atestiguar que los responsables han incurrido en un comportamiento ilícito, por cuanto el listado de condiciones exigidas incluye por igual que “En ningún momento se fustigará, se increpará ni se obligará al animal”. ¿Es que no se aprecia en el vídeo un claro “fustigamiento”, así como una “obligación” para que los animales hagan lo que sus promotores desean (retroceder)? Y si acaso puede pensarse que es así como se trata a los animales de trabajo en sus tareas cotidianas, cabe recordar que no se denuncia aquí tal escenario, sino el uso lúdico de dichos animales en eventos festivos urbanos, que bien pueden prescindir de ellos, como de facto sucede en la inmensa mayoría de los casos, donde la gente se divierte sin molestar a nadie. Al respecto, consideramos que la argumentación de sus promotores para tal uso no se sostiene, e incluso nos atreveríamos a afirmar que constituye una burda [y consciente] tomadura de pelo desde una perspectiva intelectual.
ATEA hace una doble solicitud al ayuntamiento gasteiztarra: Por un lado, que proceda a incoar el correspondiente expediente sancionador a la persona agresora, según estipula la normativa. Por otro, que no conceda permiso para la utilización de ningún animal en eventos públicos urbanos, por cuanto resulta en la práctica imposible el [obligado] cumplimiento de dicha legislación con la incorporación de animales a los mismos.
Por último, debemos reconocer que la razón por la que ATEA ha interpuesto ahora esta denuncia cabe achacarlo a simple 'ingenuidad propia', dado que teníamos la esperanza de que el Ayuntamiento actuara con mayor altura política y ética, en lugar de caer en el incumplimiento de su propia normativa. Pero vistos y estudiados los 'informes' ―que solo merecen tal nombre al estar firmados por funcionarios de la casa― en los que se escuda el Equipo de Gobierno, resulta tan evidente como triste que solo queda apelar a la denuncia jurídica (con todo su recorrido legal), cuando lo que dicta el sentido práctico de la gestión pública bien entendida es que se aplique la ley con mesura, pero con todo rigor.
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