ATEA, preocupada tras algunas noticias aparecidas recientemente en prensa, según las cuales podríamos estar ante un caso de envenenamiento consciente mediante el depósito de alimento crudo en la campa de Salburua, se ha puesto en contacto con el equipo técnico del Ayuntamiento de Vitoria‑Gasteiz para recabar datos fidedignos al respecto. Y la respuesta ofrecida ha sido ―por fortuna― tajante: “Aplicado el Protocolo al que nos debemos (desde 2017), no se ha constatado evidencia alguna de sustancia dañina en la muestra recogida y analizada”.
Aun considerando lógico que un hallazgo así genere cierta preocupación social, entendemos por igual que ha de hacerse saber a la ciudadanía que, por esta vez, se trata de una falsa alarma. Y vista la abundante casuística del escenario, pueden barajarse numerosas conjeturas para tratar de explicar el escenario, como que alguien depositara la carne allí por el mero ―y perverso― deseo de incomodar a quienes velan por los intereses animales; o incluso que el responsable, apreciando la presencia de alguna especie de carnívoro desde su casa o durante un paseo, quiso con la mejor intención ―pero también con muy escasa responsabilidad― ofrecerle “algo de comida”.
De cualquier forma, ni que decir tiene que quienes pasean a sus perros por cualquier espacio público de la ciudad deben estar siempre atentos a los movimientos de los animales, por puro protocolo ―este también― de responsabilidad personal.
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